El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha decidido no imponer nuevos aranceles al acero y aluminio canadienses, tras una reunión entre el gobernador de Ontario, Doug Ford, y el secretario de Comercio de Estados Unidos, Howard Lutnick. Esta decisión se produce después de que Trump amenazara con duplicar los aranceles en respuesta a un recargo del 25% impuesto por Ontario sobre la electricidad exportada a Estados Unidos.
La constante inestabilidad en las relaciones comerciales entre ambos países ha generado nerviosismo y volatilidad en los mercados financieros, afectando negativamente a sectores como el automotriz y el de fabricación de maquinaria.
Aunque Canadá ha mantenido una postura firme y ha considerado otras represalias, se ha acordado retomar el diálogo bilateral para intentar solucionar esta situación. A pesar de las preocupaciones de las asociaciones empresariales en Estados Unidos, Trump sigue defendiendo su política arancelaria como parte de su estrategia “America First”.
En este contexto, el primer ministro entrante de Canadá, Mark Carney, ha expresado su disposición a reunirse con Trump, siempre y cuando se respete la soberanía canadiense y se aborde un enfoque común sobre comercio. Carney enfatiza la necesidad de renovar y relanzar la asociación económica y de seguridad entre ambos países a pesar del conflicto comercial y los comentarios provocadores de Trump sobre convertir a Canadá en el estado número 51.
Mientras tanto, en el ámbito internacional, el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, ha aclarado que las intenciones de Trump de convertir a Canadá en el estado número 51 no estarán en la agenda de la próxima cumbre del G7 en Quebec. Rubio enfatizó que la cumbre se centrará en temas globales como la defensa y situaciones en Ucrania, Sudán, Medio Oriente y la región Indo-Pacífica, en lugar de las controvertidas declaraciones de Trump